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Ideas Lab

Los espacios efímeros como promotores de la cultura
Arquitectura, Proyectos, Espacios
Por: Julián Oquendo

02/Agosto/2020

En la arquitectura el hombre conlleva sus actividades cotidianas, comúnmente en construcciones duraderas. Pero sus actividades no cotidianas requieren de una arquitectura por igual. El tiempo y la materia son el fundamento de una tipología arquitectónica compleja, criticada y en ocasiones subvalorada: la arquitectura efímera. Esta como una arquitectura sin pretensiones en el tiempo, pero sí de deseos de ser y servir a un hombre celebrante, transformador y conquistador. La arquitectura efímera ha sido fiel aliado del hombre, a lo largo de su historia cultural. Esta es posibilitadora, paradójica, mutante y recordable.

“Y Ada dio a luz a Jabal, que fue el antepasado de los que moran en tiendas y son dueños de ganado” Génesis 4-20. La tienda o carpa como artefacto para el refugio y como espacio de la conquista fue una primera arquitectura, donde el hombre pudo constituirse y proyectarse en el mundo.

Así como Jabal en los primeros días, hasta Petter Zumthor en nuestros días, se vieron acompañados por la arquitectura efímera. Al igual que los faraones en el antiguo Egipto y sus festejos; comandantes en muchas de las conquistas a pueblos del medio evo y sus teatros itinerantes; mercados de pulgas en muchas culturas del medio oriente; circos europeos y americanos con enormes estructuras y espectáculos; grandes arquitectos de la modernidad en las primeras exposiciones mundiales y hoy en todo tipo de evento cultural y comercial contemporáneo. Estos, resumen y vitalizan la importancia de la arquitectura efímera en muchos momentos de la historia humana y consolidaron la cultura en muchos de sus ámbitos, espacios que “anunciaron su propio fin y renunciaron a su propio presente” (Roqueta, 1999, pág. 17).

La tienda como una primera arquitectura, permitió al hombre vivir momentos nómadas y a su vez de estancia, pues la humanidad recorrió, conoció y reconoció sus territorios. En estas, tuvo intimidad, no solo carnal, sino consigo mismo, permitiendo la posibilidad de concentrarse, de celebrar, de proyectarse en el mundo, de construir sus símbolos y sus futuras culturas. La flexibilidad del espacio, de poderse armar o construir de manera inesperada, permite, incluso hoy con grandes estructuras, promover el encuentro social y la exploración de la cultura, expresada en diferentes formatos.

“El hecho de entender la arquitectura como algo dinámico, y no estático, constituirá una posible estrategia para adaptar su comprensión y estudio a la situación actual” (Roqueta, 1999, pág. 11), situación que convoca sociedad, la cual espera y exige cultura y experiencia, para lograr asombro, disfrute y recordación.

Según Pallasmaa “la arquitectura tiene dos orígenes diferenciados; además del habitar, la arquitectura surge de la celebración” (2017, pág. 8) y es de allí donde encuentro soporte y relevancia en la asociación existente entre los espacios efímeros como los promotores de la cultura.

Celebrar es un acto natural del hombre social, con este acto manifiesta personal y públicamente un acontecimiento, lo trae de vuelta en su memoria y logra a su vez extenderlo a otras personas, encontrando todas asombro y satisfacción. Y así, como la arquitectura efímera, las celebraciones son fugacez y las hacen contradictoriamente relevantes en la memoria colectiva. Recuerda el último concierto al que fuiste, o al circo, al cine, a una exposición o incluso el último malabarista que llamó tu atención al caminar en la calle. Todos, expresando de alguna manera una representación del arte y la cultura; generando asombro en los expectantes y todos inscritos a un lugar (construido o no) como soporte de su celebración.

“El impacto del arte de la arquitectura tiene su origen en la ontología del espacio habitado; el objetivo de la arquitectura es servir de marco, estructurar y dar significado a nuestro ser-en-el-mundo” (Pallasmaa, 2017, pág. 66) Por lo anterior aquel acto de ser en el mundo y de celebrar la cultura y la vida, exige una estructura y un soporte que ayude a dar un significado, no solo explicito por medio de le lo físico, sino también un significado que trasciende en la memoria colectiva y da desde la estética y la experiencia espacial, significado a aquel evento.

Actualmente vivimos en un mundo (físico y virtual), atiborrado de información y eventos, correspondientes a subgrupos sociales e ideológicos, que con mayor fuerza se concentran y celebran, algunos más de una vez al año, aquel evento o tema que los convoca y motiva como agrupación. Algunos el deporte, otros el arte, otros las inversiones… Todos, motivamos por inspirar y promover cada día más una experiencia única. De allí, esa valoración más intensa por las estructuras y condiciones efímeras, por brindar a sus congregados, experiencias desde las estéticas y otros desde el consumo permeados por el arte, validando con estas tendencias la necesidad y la valoración por lo efímero.

Xevi Bayona afirma que: “Lo efímero lleva implícito la posibilidad de construir en espacios concebidos para otros usos, ocupar temporalmente el espacio, para transformarlo y atraer un público de forma inusual” (Vidiella, 2016, pág. 20). Este público está citado a un espacio, por un evento o celebración de su cultura y su sociedad, que podríamos denominar como expresión artística, pues recurre a las experiencias sensoriales y a los recursos plásticos, lingüísticos y sonoros. Por lo anterior toda esta sinergia de cultura y evento social, requieren indiscutiblemente del espacio de soporte y promotor de la arquitectura efímera, pues “incorpora el arte como ingrediente indisociable de esta manifestación, acercando y diluyendo las fronteras entre arte y arquitectura” (Vidiella, 2016, pág. 21).

“El hecho de entender la arquitectura como algo dinámico, y no estático, constituirá una posible estrategia para adaptar su comprensión y estudio a la situación actual” (Roqueta, 1999, pág. 11), situación que convoca sociedad, la cual espera y exige cultura y experiencia, para lograr asombro, disfrute y recordación.

“La arquitectura efímera posibilita generar espacios adecuados para presenciar un espectáculo” (Vidiella, 2016, pág. 21), o incluso convertirse en el espectáculo mismo. Los eventos y celebraciones buscan ser eficientes, llamar la atención de su público objetivo, convocarlo y en momentos puntuales entregar esa experiencia con todo ímpetu. “Lo efímero lleva implícito la posibilidad de construir en espacios concebidos para otros usos, ocupar temporalmente el espacio (…) para transformarlo, o modificar espacios cerrados para atraer al público de forma inusual” (Vidiella, 2016, pág. 21). Esta debe tener la capacidad de dinamizar un lugar, de permitir la celebración y generar experiencia. Con el fin de impactar, de lograr ofrecer una experiencia atípica e impactante, no solo para el entretenimiento, sino para ser validadores y promotores de una cultura viva y celebrante.

Los espacios efímeros “desempeña hoy un papel cada vez más relevante en nuestra sociedad; ofrece respuestas innovadoras capaces de dinamizar lugares, emocionar e inspirar, a la vez que crea oportunidades en un sector que, en la actualidad, se encuentra muy carente de ellas. Una arquitectura con fecha de caducidad y con la sola premisa de no perdurar físicamente” (Vidiella, 2016, pág. 22).
Como primera conclusión, los espacios efímeros son el lugar de soporte del evento que lo convoca, es contenedor y contenido de la celebración. Permeados por la historia, la técnica constructiva, el arte y por su puesto la estética, que una experiencia cultural y espacial se convierta en espectáculo. Y sus usuarios viven y conmemoran un hecho específico, pero fugaz, por medio de atmósferas y contenidos específicos, con códigos estéticos que hacen del evento algo memorable.

Ahora bien, los espacios efímeros tienen un listado amplio de escalas y formas, pues van desde las cercanías del arte con instalaciones artísticas e intervenciones del Landart. Hasta escalas más palpables como los pabellones, escenarios, escenografías, estands e incluso arquitecturas para emergencias. Con lo anterior, se demuestra una gama amplia de espacios dispuestos para la cultura y su celebración, adaptable a la circunstancia y las condiciones de su entorno. Sin embargo, existe una obra espacial que es capaz de acoger a sus visitantes y llevarlos a una percepción del mundo exterior con todos sus sentidos y en palabras de Rudolf Steiner, promover la imaginación, inspiración y la intuición, que sin lugar a duda permitirán el asombro y la experiencia. Este espacio denominado en alemán Gesamtkunstwerk, por el compositor de ópera Richard Wagner, quien trae al mundo moderno el concepto: obra de arte total, trae consigo la integración de las 6 artes (música, danza, poesía, escultura y arquitectura) y lleva al público a una mayor experiencia del drama, que en este caso también podemos llamar asombro.

Ahora bien, en un mundo más dinámico, donde el arte ya no solo se vive en los museos y teatros, carga de responsabilidad experiencial y estética a los espacios efímeros, de ser los encargados de dar soporte y experiencias de espectáculo y asombro a usuarios consumidores de la cultura. La obra de arte total, como legado del teatro moderno, pone un reto y a su vez le da una herencia a la arquitectura efímera contemporánea para poder explorar las nuevas artes y lograr espacios contundentes para la celebración y el asombro. Así como Le Corbusier y Iannis Xenakis, con el Pabellón Philips en 1958, lograron construir no solo una obra arquitectónica innovadora, retadora desde su geometría y técnica constructiva, sino que también construyeron un discurso narrativo experiencial, que pudo llevar consigo la integración de las artes que empezaban a surgir en la época, desde la iluminación, la tecnología, las proyecciones, la música, la escultura experimental y la experiencia de la cultura belga. Este, es un ejemplo de como los espacios efímeros son soporte de la cultura y al mismo tiempo promotores de la misma.

“No voy a hacer un pabellón sino un poema electrónico y un jarrón que contiene el poema: luz, imagen, ritmo y sonido incorporados en una síntesis orgánica” – Le Corbusier. (Fracalossi. Clásicos de arquitectura: Pabellón Philips Expo 58. Archdaily. Recuperado de t.ly/YzFy).
En conclusión, los espacios efímeros, son en primera instancia lugar de soporte de la experiencia de los usuarios para la celebración de la cultura. Pero además son promotores de la misma, no solo desde lo simbólico o incluso desde lo evidente o literal, sino que son promotores por todas las posibilidades que permite explorar y anclarse con facilidad a cualquier tipo de espacio existente y permitir una experiencia fugaz que al mismo tiempo llega a ser inolvidable.